martes, 10 de marzo de 2009

Código de Ética de los Servidores Públicos del PAN

Este artículo escrito por un servidor, lo publicó la UPAEP, en la revista Atenas y Roma, en 2002.

CÓDIGO DE ÉTICA PARA SERVIDORES PÚBLICOS DEL PARTIDO ACCIÓN NACIONAL

Una revisión desde la teoría política

Por: Ricardo Rodríguez Inda[1]

Un estilo que pretende ser diferente

El primer día de Vicente Fox en la Presidencia de la República, surge un estilo de gobierno con pretensiones éticas diferentes a las del tradicional presidencialismo priísta. El presidente y su gabinete se trasladaron al Auditorio Nacional y juraron, ante el pueblo de México, respetar y hacer valer un Código de Ética.

En marzo de 2002, el Partido Acción Nacional, en consonancia con los nuevos tiempos y en un intento por consolidar la vocación de servicio de sus actuales gobernantes, emite el Código de Ética para Servidores Públicos del Partido Acción Nacional.

Estos dos acontecimientos pueden interpretarse, por una parte, como respuesta pragmática a las circunstancias[2]; por la otra, como una estrategia de largo plazo en la formación y acción pública de sus cuadros en el gobierno. Queda claro, de todas maneras, que son hechos concretos dentro de un marco sociopolítico donde la exigencia popular recae en las altas expectativas de un “gobierno de transición”[3]. En este contexto impera la exigencia de erradicar la inseguridad pública, la mala situación económica de más del 50 % de la población y la corrupción gubernamental. Estos problemas fueron inherentes a un régimen en que funcionarios de todos los niveles gozaron de impunidad por actos de peculado, nepotismo, menosprecio a los derechos humanos y abuso de poder, entre otros males que entorpecen el buen gobierno.

Más todavía, la emisión del Código del PAN se da en un momento de polémica en los medios de comunicación, en que la mirada está puesta sobre algunos servidores públicos que enarbolaron la bandera panista para llegar a cargos públicos, especialmente en los municipios de Ecatepec, Tultitlán y Atizapán de Zaragoza, en el estado de México.

Diferencias con la ética del PRI

El Código del PAN es esencialmente diferente al intento desafortunado y demagógico realizado por el gobierno priísta de Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988), que incluso llevó a calidad de lema[4] el reclamo popular de terminar con la corrupción que caracterizó al régimen de José López Portillo (1976-1982); su mayor logro, en este sentido, se limitó a crear la Secretaría de la Contraloría General de la Federación, con un papel limitado, burocrático y viciado por el propio sistema presidencialista.

La inspiración filosófica de la llamada “renovación moral” delamadridista estuvo basada en las tesis del liberalismo mexicano y del casi extinto “nacionalismo revolucionario”, así como por un pragmatismo electoral más bien oportunista, que pretendía rescatar un poco de legitimidad, confiabilidad y credibilidad hacia un régimen desgastado[5]. Las ideologías mencionadas dieron forma a los principios del Partido Revolucionario Institucional; los valores que pueden leerse en su Declaración de Principios[6] son producto de laicismo y secularización, resultado a su vez de la lucha decimonónica entre conservadores y liberales, donde estos últimos, vencedores a la postre, valoraban como inoportuno cualquier concepto que pareciera ligado a la Iglesia Católica y su doctrina, obviando en el mismo paquete le ética y la moral cercanas o compatibles con la postura eclesiástica.

El hecho de que los gobiernos emanados del liberalismo mexicano y de la Revolución de 1910 menospreciaran los postulados morales y éticos de la doctrina social cristiana fue más por extrapolación irracional de los males terrenales del adversario (la Iglesia como poder civil y como entidad con injerencia en los asuntos políticos) sobre las cuestiones de Ética y Política, que por verdadero conocimiento de causa[7]. Es decir, los principios éticos que se postulaban desde siglos antes fueron eliminados para ser sustituidos por el cuerpo ético del liberalismo mexicano y su “nacionalismo revolucionario”. Como la historia lo demuestra, estos valores no cuajaron en una actitud de verdadero servicio público y sí, en cambio, forjaron un discurso demagógico y contradictorio entre el decir y el hacer sobre la cosa pública. Cabe señalar que las aportaciones del liberalismo clásico al sistema político mexicano han sido muy valiosas, como son la división de poderes, la doctrina de los derechos humanos y el constitucionalismo; no así las interpretaciones meramente seculares y materialistas de grupos poderosos que ostentaron el poder del Estado, que llegaron al extremo de la persecución religiosa[8].

Raíces de la ética panista
El Código del PAN surge de unos principios de doctrina sólidamente estudiados y analizados, con raíces en los postulados filosóficos de Aristóteles, Tomás de Aquino y la Doctrina Social Cristiana, entre otras fuentes, así como de las aportaciones de pensadores mexicanos como Efraín González Luna y Manuel Gómez Morín.
La ética política de Acción Nacional está inspirada en los valores esenciales de su doctrina, que postula el respeto pleno a la dignidad de la persona humana[9] y que exigen a su militancia una acción política dirigida a la consecución del Bien Común, practicando la Solidaridad, la Subsidiaridad y la Democracia”[10].
Es decir, el Código panista es producto, no simplemente de una postura ideológica más o menos reciente, como el liberalismo[11], sino de una escuela de filosofía política que ha perdurado, evolucionado y madurado durante más de veinte siglos[12].

Una promesa institucional

El Código de Ética es una promesa institucional que pretende:

Ø lograr una reputación más sólida entre un electorado desilusionado por el cambio que no se da,
Ø servir como guía en las decisiones de gobierno de los funcionarios panistas,
Ø reafirmar los principios de doctrina entre sus militantes; y
Ø comprometer a los integrantes del Partido, aspirantes a ocupar cargos públicos, a desarrollar un cambio de conducta apegado a principios de buen gobierno.

Como promesa institucional, debemos entender al Código como punto de partida y no como punto de llegada; es decir, el hecho de contar expresamente con este documento, no implica que sea cumplido de inmediato y de manera automática; como suele ocurrir con la ética, dicho cumplimiento queda en manos del libre albedrío de cada una de los servidores públicos, en pleno uso de su libertad y ejercicio responsable de ésta[13].

La Ética, como podemos ver, es un sujeto presente en cada uno de los individuos, quienes deberán aprender a valorar el sentido de sus obras, tendientes a hacer el bien a sí mismos y a los demás. En el sentido político de la Ética, se trata de hacer el mayor bien al mayor número de personas, utilizando los medios idóneos para ello.

Karl Popper sugiere: “así como debemos tratar de aminorar el sufrimiento en lugar de maximizar la felicidad, no debemos indagar cómo tener buenos gobernantes, sino cómo minimizar los daños que los gobernantes pueden causar”[14]. El Código de Ética se entiende como un medio y no como un fin, para lograr lo que comúnmente conocemos como “buen gobierno”.


Una ética contra el maquiavelismo del Estado mexicano

Según apunta el propio Partido en su Exposición de Motivos, “la política es eminentemente ética”[15]. Sin duda, este enfoque tiene raíces aristotélicas indiscutibles: para el estagirita, Ética y Política son materia del mismo cuerpo, por tanto, deben entenderse como dualidad del actuar humano en sociedad. En la Ética Nicomaquea apuntaba que “desde el momento que la política se sirve de las demás ciencias prácticas y legisla sobre lo que debe hacerse y lo que debe evitarse, el fin que le es propio abraza los de todas las otras ciencias, al punto de ser por excelencia el bien humano. Y por más que este bien sea el mismo para el individuo y para la ciudad, es con mucho cosa mayor y más perfecta la gestión y salvaguarda del bien de la ciudad. Es cosa amable hacer el bien a uno solo; pero más bella y más divina es hacerlo al pueblo y las ciudades (...)”[16].
Acción Nacional asume una postura radicalmente distinta a lo que podríamos llamar “ética maquiavélica”, al apuntar que “la política tiene una dimensión ética, que contempla la correcta selección de los medios para realizar objetivos dignos y valiosos. No es justificable que los fines sean absolutos y mediaticen al hombre ni el uso de medios que dañen la dignidad de las personas. No hay razones de Estado que sean argumentables para violentar derechos humanos o ciudadanos. La responsabilidad del político no sólo se mide por sus buenas intenciones sino por sus acciones concretas, por los medios que emplea y por sus resultados. Es por ello que el servidor público panista deberá dar cuenta tanto de la eficacia como de la calidad ética de su desempeño”[17].
En contraste, Maquiavelo había escrito en el verano de 1513 El Príncipe, libro célebre en que compendia una filosofía del poder que no solamente se ha estudiado hasta hoy, sino que se ha aplicado efectivamente en el ejercicio real del poder político en prácticamente todas las regiones del mundo, incluyendo a México en su historia moderna[18]. Anotaba el pensador florentino en el capítulo XVIII: ”(...) un príncipe, y sobre todo un nuevo príncipe, no puede observar todas aquellas cosas por las cuales son los hombres estimados por buenos, ya que a menudo se verá constreñido, para mantener su Estado, a obrar contra su palabra, contra la caridad, contra la humanidad, contra la religión. Y por esto es necesario que posea un ánimo dispuesto a tornarse en el sentido que le indiquen los vientos de fortuna y las variaciones de las cosas, y como dije antes, no apartarse del bien, si puede, pero saber entrar en el mal, si hay necesidad (...) esfuércese el príncipe, por tanto, en vencer y en mantener su Estado, que los medios serán siempre juzgados honorables y loados por todos, porque el vulgo se deja llevar siempre del éxito y de las apariencias, y en el mundo no hay sino vulgo (...)[19].
En pocas palabras, el Código del PAN es un producto absolutamente antitético de la postura maquiavélica, misma que ha tenido cierta influencia sobre el régimen presidencialista mexicano.
Para Acción Nacional, el momento histórico actual es determinante para generar una reflexión profunda sobre las responsabilidades de su militancia y de quienes, siendo panistas, ejercen una función pública: “Los gobiernos emanados de Acción Nacional deberán ser reconocidos por su transparencia, honradez, humanismo, eficiencia y espíritu de servicio”[20].

Las promesas y los compromisos

El Código está compuesto por seis apartados fundamentales:

Ø Disposiciones generales
Ø Compromisos con el cargo
Ø Desinterés e imparcialidad
Ø Colaboradores y manejo de recursos
Ø Información, comunicación y transparencia
Ø Respecto del partido

En el primer apartado, se sugiere que el Código se entienda como un compromiso personal no solamente aceptado sino también difundido, como un instrumento de evaluación y, lo que es muy importante, ligado a los reglamentos internos del partido. El servidor público se compromete, asimismo, a respetar y actuar conforme el Estado de Derecho.
En el segundo apartado, se trata del profesionalismo y visión integral del mundo que un funcionario debe mostrar: el servidor público panista acepta actuar conforme a los principios de Doctrina del Partido y a trabajar para cumplir el programa de gobierno ofrecido a los ciudadanos. También se compromete a conocer la naturaleza y la amplitud de las facultades del cargo a desempeñar, capacitándose continuamente. El compromiso se extiende a vigilar el bienestar del medio ambiente, ofrecer igualdad de oportunidades a los ciudadanos, a actuar con justicia y respeto, teniendo en cuenta que se está en el cargo para servir.
En el tercer apartado, el código evita el peculado, la corrupción, el abuso de poder y el nepotismo: el servidor panista asume que debe procurar el bien común, sin buscar intereses particulares ni beneficios personales, para familiares o amistades; a actuar con imparcialidad y sin utilizar información privilegiada con fines ajenos al bienestar social. Además, el servidor público promete no aceptar dinero, dádivas, favores o ventajas a cambio de la realización u omisión de cualquier acto en el ejercicio de las funciones públicas. El diálogo y la concertación en la resolución de conflictos se ubican en un grado de preferencia y obligatoriedad mucho mayor que el uso de la violencia.
En el apartado cuarto, se redunda en evitar el peculado y el nepotismo, para poner en su lugar la transparencia y la responsabilidad en el manejo de los recursos, el uso adecuado de la infraestructura de gobierno y el cumplimiento con las leyes fiscales; el mensaje está claro también, con base en las experiencias recientes de otros partidos, en relación con evitar el desvío de fondos a objetivos electorales.
En el quinto apartado, se especifica la obligación de dar información veraz, oportuna, adecuada, transparente y suficiente a la sociedad y a los medios. Asimismo, se marca el compromiso de respetar la pluralidad y el escrutinio público. Aquí vale la pena traer a colación la polémica suscitada por la difusión de una grabación de una charla entre el Comandante Fidel Castro, presidente de Cuba, y Vicente Fox, presidente de México, donde el segundo solicitó al primero que su presencia en la Cumbre de Monterrey fuera breve. El primer mandatario mexicano siempre manejó, ante el pueblo de México, la versión de que no había sugerido al cubano esta situación; sin embargo, fue desmentido contundentemente. Aquí caben las preguntas ¿qué tanto está cumpliendo, el propio presidente de México, el Código de Ética que prometió respetar? ¿el hecho de mentir abiertamente al pueblo que gobierna, es más cercano a la ética maquiavélica que a la que juró guardar?
Esta anécdota ilustra y apoya muy bien el comentario que hemos venido realizando, en el sentido de que actuar con ética es una decisión personal de los funcionarios, independientemente de que hayan jurado o no un Código. Además, analistas reconocidos se han dado a la tarea de aquilatar friamente la mentira de Vicente Fox y considerar si fue o no un medio adecuado para lograr un fin específico[21].
En el sexto y último apartado del Código, el servidor público panista define su posición en relación con el partido: desempeñar el cargo con lealtad a México, a la comunidad y al partido y sus principios, cumplir con el programa de gobierno y no valerse, de manera ventajosa, del cargo público para asegurarse nuevas posiciones político-electorales. Participar en actividades partidistas sin afectar obligaciones como servidor público y sin involucrar ni presionar al personal a su cargo, ni emplear recursos oficiales para beneficio político-electoral del partido.

El Código y la política como vocación
El Código es, sin duda, un llamado a la conciencia de la militancia panista, un paso adelante en la reflexión y examen de la vocación política[22]; es un avance en la construcción de un Partido que hoy es una opción real de gobierno, pero que ha demostrado inconsistencia, inmadurez e insuficiencia de cuadros en las posiciones políticas ganadas; peor aún, hay quienes han caído presuntamente en actos fuera de la ley, afectado la imagen pública del Partido.
El Código de Ética para los Servidores Públicos del Partido Acción Nacional es un documento de buena fe, integrado por una serie de promesas y condiciones que deben quedar posicionados en la mente del electorado; es necesario dar al Código el carácter de instrumento de “auditoría ética” en manos del pueblo. Porque, después de todo, los servidores públicos son empleados del ciudadano.
Finalmente, es el político, independientemente del partido en que milite, quien debe asumir una ética real de servicio. Para ello requiere de formación y de un análisis de conciencia, donde descubra si cuenta en verdad con vocación política. También el reto es grande para el partido, porque ha lanzado a la luz pública un compromiso moral con la sociedad, y si los funcionarios emanados de esta institución no son capaces de actuar conforme al Código, las elecciones serán un castigo a esta incoherencia.
El PAN cuenta con una estrategia de capacitación y formación de cuadros con trayectoria y solidez. Pero, a pesar de ello, la ética sigue siendo una decisión personal, sujeta al libre albedrío y al ejercicio responsable de la libertad. Por ello, aun cuando el Partido haya lanzado esta promesa, está en su militancia el que realmente pueda ser cumplida.

[1] Periodista, Maestría en Administración Pública, ha impartido clases en la UNAM, UIC, UVM y UPAEP. Conferencista en temas de Comunicación y Política.
[2] Para un círculo importante de analistas, el PAN ha realizado acciones más pragmáticas que de fondo, casi siempre en apoyo a las decisiones del presidente en turno y/o en alianza con el Partido Revolucionario Institucional; por ello, la izquierda y una parte de la élite intelectual mexicana acostumbraban ironizar con las siglas PRIAN, refiriéndose a una alianza de facto entre ambos partidos políticos.
[3] Los académicos califican al fenómeno ocurrido a partir de julio de 2000 como “alternancia en el poder”, argumentando que los cambios esperados en la reforma del Estado no se han puesto en marcha y que el Ejecutivo opera todavía con un esquema presidencialista, que a pesar de estar acotado por el Congreso, no llega a tener la categoría de “gobierno en transición”.
[4] La renovación moral de la sociedad. Cfr. De la Madrid Hurtado, Miguel. 100 tesis sobre México. FCE, 1981. y Crónica de Gobierno. 1982-1983. Gobierno Federal, Presidencia de la República.
[5] Estos conceptos, más los de legalidad, eficiencia y eficacia, son condiciones básicas para la gobernabilidad. Cfr Alcántara Sáez, Manuel. Los problemas de gobernabilidad de un sistema político. En Cambio político y gobernabilidad. Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Sociales y Conacyt. 1989. págs 19-58.
[6] Cfr. Partido Revolucionario Institucional. Documentos básicos. Declaración de principios.
[7] Para una revisión precisa del proceso de secularización, revísese Reyes Heroles, Jesús, El liberalismo mexicano. Secularización. FCE.
[8] Una revisión pormenorizada la otorga Meyer, Jean. La cristiada. El Colegio de México.
[9] El PAN, al retomar su postura de la Doctrina Social Cristiana, menciona al ser humano como persona humana, creada por una persona divina, es decir, Dios.
[10] Cfr. PAN. Código de ética para los servidores públicos panistas. Exposición de motivos. y los Principios de Doctrina: El pensamiento del PAN ha sido denominado Humanismo Político o Solidarismo. Se basa en el realismo moderado de la filosofía aristotélico-tomista. Su ideario y programa de acción están basados en la doctrina social cristiana. Los elementos centrales en torno a los cuales se construye ese pensamiento, son los siguientes:

· PERSONA. "El ser humano es persona con cuerpo material y alma espiritual, con inteligencia y voluntad libre, con responsabilidad sobre sus propias acciones y con derechos universales, inviolables e inalienables, a los que corresponden obligaciones inherentes a la naturaleza individual y social".
· BIEN COMUN. Conjunto de valores morales, culturales y materiales, que han de conseguirse mediante la ayuda recíproca de los hombres y que constituyen instrumentos necesarios para el perfeccionamiento personal de todos y cada uno de ellos en la convivencia. Es también oportunidad personal, justa y real de acceso a los bienes humanos. Toda persona tiene el derecho y el deber de gestionar y aprovechar ese conjunto de condiciones políticas, sociales y económicas necesarias para mejorar la convivencia humana que posibilite su perfeccionamiento y el de las demás personas.
· SOLIDARIDAD. El ser humano, por naturaleza, es un ser social, de ahí que no sólo sea responsable del destino propio, sino del de su comunidad. "En función de la solidaridad responsable del hombre en el destino de sus semejantes, toda persona tiene derecho y obligación de intervenir en los asuntos públicos de la comunidad política de que forma parte". La solidaridad se basa en la vinculación persona-sociedad e implica entre éstas un respeto recíproco: "No pueden subsistir ni perfeccionarse los valores humanos si se agota o decae la colectividad, ni ésta puede vivir si se niegan los valores personales".
· SUBSIDIARIDAD. Es un principio ordenador de las relaciones entre el Estado, grupos y personas en la sociedad. Se afirma que no haga la sociedad mayor y más perfecta lo que puede y debe hacer la menor, a menos que ésta no esté en posibilidad de realizarlo, en cuyo caso se justifica la intervención de la mayor, sólo en la medida en que coadyuve a que la sociedad menor restablezca la posibilidad de realizar por sí misma lo que persigue.Este principio se aplica a las relaciones entre Federación y entidades federativas, entre éstas y municipios, entre la sociedad y la familia, o entre gobierno y sociedad: "tanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario"."En cumplimiento de su misión subsidiaria y supletoria, el Estado debe fomentar el aprovechamiento racional de los recursos naturales, estimular y coordinar todas las actividades adecuadas para la estabilidad y prosperidad de la economía, corregir las injusticias que existen en la aplicación y distribución del ingreso nacional... La conveniencia y los límites de la intervención del Estado dependen de las exigencias del bien común en los casos concretos"."En donde la iniciativa privada sea imposible o insuficiente, el Estado ha de urgir la organización de actividades sociales, sin matar, estorbar ni desplazar esa iniciativa…"
· POLÍTICA. Acción Nacional concibe a la política como capacidad y obligación de servir al hombre y a la comunidad, y no como oportunidad de dominio sobre los demás. La política es actividad humana indispensable y superior y, por tanto, debe estar subordinada a la ética.Corresponde a la actividad política el establecimiento de un orden dinámico que permita, en las circunstancias históricas concretas, la conservación y el incremento del bien común.
· DEMOCRACIA. La democracia se funda en la igualdad esencial de todos los seres humanos. Es la forma superior de legitimación del poder político y el sistema óptimo para respetar la dignidad humana. Requiere de la participación eficaz de las personas en las actividades colectivas."…todo régimen democrático debe respetar, promover y garantizar, mediante procedimientos electorales imparciales y objetivos, la expresión y representación de las minorías, los derechos del ciudadano para intervenir en el proceso de integración del gobierno al que vive sujeto y a formar parte del propio gobierno, y debe asegurar a los ciudadanos la libertad de información y su libertad de criticar a quienes ejercen el poder". Los partidos políticos representan las tendencias, convicciones y programas de los diversos grupos existentes en la comunidad y los esfuerzos organizados de los mismos para alcanzar o conservar el poder, lo cual presupone la existencia de posibilidades legales y prácticas de alcanzar tales fines.
· ESTADO. El Estado, como sociedad política, requiere de un gobierno que sea expresión auténtica de la colectividad. Requiere del recto ejercicio de la autoridad, que tiene por fin la realización del bien común.El cumplimiento de este fin implica simultáneamente la justicia y la seguridad, y el respeto y protección del bien colectivo y de los derechos de todos los miembros de la comunidad: derecho a la vida, a la libertad espiritual, a la justicia, a la educación y a la cultura, al trabajo y al descanso, a la propiedad, a la seguridad social, a la salud y al bienestar.México debe ajustar su vida a los principios federales vigentes en la Constitución y superar el centralismo político y económico en que vive. Es indispensable el respeto a la división e integración legítima de los Poderes y el cumplimiento eficaz de las funciones que a cada uno de ellos competen.


[11] Para una fecha precisa del nacimiento del liberalismo como filosofía política, revísese Merquior, José Guilherme. Liberalismo viejo y nuevo. págs 32-58. Las raíces del liberalismo.
[12] Tan sólo Aristóteles (384-322 a. de C.), fuente para la ética tomista y cristiana, legó sus tres versiones de la Ética (Nicomaquea, Eudemia y Gran Ética) entre el siglo III y IV a. de C.
[13] Cfr. Savater, Fernando. Ética para Amador. Ariel. págs 29-33.
[14] Cfr. Merquior, José Guilherme. Liberalismo viejo y nuevo. FCE, 1994. pág 160.
[15] Código de Ética para los Servidores Públicos del Partido Acción Nacional. Exposición de motivos. Página de Internet del PAN (www.pan.org.mx)
[16] Aristóteles. Ética Nicomaquea. Libro I. Editorial Porrúa, Col. Sepan cuántos...” pág. 3.
[17] Código de Ética para servidores públicos del Partido Acción Nacional. Exposición de motivos.
[18] Un ejemplo típico: el 2 de octubre de 1968. Sobre el tema de la razón de Esrado, consúltese: Uvalle B., Ricardo. La razón de Estado. UNAM.
[19] Maquiavelo. El Príncipe. Edit. Porrúa. Col. “Sepan cuántos”. págs. 30-31.
[20] Código de Ética para los Servidores Públicos del Partido Acción Nacional. Exposición de motivos. Página de Internet del PAN (www.pan.org.mx)
[21] Véanse los periódicos de circulación nacional del día 23 de abril de 2002.
[22] Para este análisis, puede resultar de ayuda la dicotomía weberiana de “ética de la convicción” y “ética de la responsabilidad”. Cfr Weber, Max. La política como vocación. En El político y el científico. Ediciones Coyoacán.

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