miércoles, 29 de julio de 2009

EL TEPOZTECO


Cinco años atrás había ido al Tepozteco. En esa ocasión Iliana, la Hillary de la casa, subió cargando a Emilianito, mi socoyote, quien tenía dos años de edad y no quiso dar un paso por sí mismo. Max, mi chipote mayor, por su parte, con sus escasos cuatro años y pico lo subió y bajó solo... era tan veloz que debía llamarle a chiflidos para que nos esperara piedras más arriba...

Regresé hace un fin de semana a esa zona arqueológica. Ahora fue Emiliano quien caminó con más decisión y fuerza. Durante el recorrido descubrí que ya hay escaleras en largos tramos y la escalinata de hierro de hasta arriba, ya la modificaron para hacer más cómodo y seguro el último suspiro previo a la cima. Cuando llegamos al tope, ciertamente estábamos algo agotados pero la tiendita rústica donde venden refresco de toronja con jugo de limón y un toquecito de tequila todavíe está; así que pedimos nuestros respectivos vasos mientras los niños, cuyas galletas habían sobrevivido al camino, eran literalmente asaltados por unos voraces mamíferos de cuatro patas y larga nariz, quienes se llevaron la golosina en cuestión de segundos dejando entre divertidos y angustiados a mis retoños.
Los cuadrúpedos pandilleros eran unos 20 tejones mexicanos, también conocidos como coatíes, los que introdujeron como atracción turística pero que, a mi juicio, llegan a ser molestos: están a la expectativa de arrebatar solos o en manada lo que humildemente lleva el visitante para botanear.
En la tiendita, incluso, venden paquetes de cacahuates japoneses para dar a los bichos.
En fin, al subir nuevamente recordé a Jaime Maussan y sus mitos orates sobre marcianos y la leyenda del Tepozteco, que palabras más, palabras menos, dice así:




Leyenda del tepozteco

Cuenta la tradición oral que una doncella solía bañarse en la barranca de Atongo. Se decía que en las barrancas "dan aires", pero la doncella no lo creyó; y así, al cabo de un mes se supo encinta. La doncella se presentó a sus padres y, avergonazada, les confesó su embarazo. Al nacer el niño, el abuelo hizo varios intentos para deshacerse de él. En una ocasión lo arrojó desde una gran altura contra unas rocas, pero el viento lo depositó en una llanura; en otra ocasión, fue dejado cerca de unos magueyes, pero al poco tiempo las pencas se doblaron hasta llegar a su boca, para darle de beber aguamiel. En otro intento por deshacerse del niño, fue arrojado a hormigas gigantes pero éstas, lejos de picarlo, lo alimentaron.
Cuenta también la leyenda que una pareja de ancianos, que descubrió ala bebé abandonado del bebé, lo adoptó. Se trataba de Tepoztécatl, posterior patrono de Tepoztlán. Muy cerca del hogar de Tepoztécatl vivía Mazacuatl, una temida serpiente de Xochicalco, a la que los pobladores alimentaban mediante el sacrificio de ancianos. Un día, los mandatarios del pueblo anunciaron al padre adoptivo de Tepoztécatl que debía ser sacrificado a esta serpiente. Tepoztécatl se ofreció a acudir al sacrificio en lugar de su padre. Salió rumbo a Xochicalco, y en el camino fue juntando aiztli, pequeños pedazos filosos de obsidiana, que iba guardando en su morral. Al llegar a Xochicalco se presentó ante Mazacuatl, la enorme serpiente que, de inmediato, lo devoró. Dentro del vientre de Mazacuatl, Tepoztécatl utilizó los aiztli, y con ellos desgarró las entrañas de la temida serpiente.

Durante su viaje de regreso, pasó por una celebración en la que se utilizaban el teponaxtli, especie de tambor, y chirimía, (flauta). Tepoztécatl deseó tocar estos instrumentos y, al verse impedido, envió una tormenta que arrojó arena a los ojos de todos. Cuando reaccionaron, el niño había desaparecido con los instrumentos: se oía a los lejos el sonido de ambos. Lo persiguieron y cuando ya lo alcanzaban, se dice que orinó y formó así la garganta que atraviesa Cuernavaca. Llegó a Tepoztlán y tomó posesión de los cerros más altos. Se posó sobre el cerro Ehecatépetl, y como no podían llegar a él, quisieron derribarlo, cortando la base. Fue así como se formaron los “corredores del aire".
Tepoztécatl gozó de amplia consideración en su pueblo natal y fue designado Señor de Tepoztlán y sacerdote del ídolo Ometochtli (Dos Conejo). Pero años después desapareció, no se sabe si murió o se fue a otra parte, pero hay quienes dicen que se fue a vivir junto a la pirámide, para siempre.

Sobre la pirámide del Tepozteco
Se dice que fue un adoratorio construido en honor al dios del pulque, "Ome Tochtli" –Dos Conejo. Es una construcción "hueca" aunque el único orificio por el que se podría entrar está cerrado. Además, se sabe que existieron otras pirámides al pie del cerro, por donde inicia el camino a este lugar. Aunque se encuentran completamente deterioradas y a punto de desaparecer, es posible admirar algunos de los muros que aún quedan en pie. Para llegar a la pirámide del Tepozteco, es necesario escalar hasta la cima del cerro del mismo nombre; el recorrido inicia en el lugar conocido como Axihtla, en la "Cruz del Bautisterio", un monumento que consiste en una esfera de piedra, que remata en una cruz. Durante el ascenso, pueden contemplarse, los corredores del aire, que se encuentran en la base del cerro "Ehecatépetl" o cerro del viento. Más arriba, se pueden ver "Las Tres Marías" que son tres figuras formadas en la roca. Antes de llegar se vislumbra una roca de aproximadamente 30 metros de altura, que algunos conocen como "Los gemelos" y otros como "El muñeco", formas que adquiere según el ángulo desde donde se le observa. Un poco más arriba, se llega al último tramo por recorrer, que es un angosto pasillo de más o menos 5 metros de ancho, donde empieza un camino en zigzag. Así, después de un recorrido ascendente de 2,000 metros, se llega a la Pirámide del Tepozteco.

El nombre de Tepoztlán

De origen náhuatl, proviene de los vocablos Tepoztécatl (divinidad nahua) y tlan (junto a), por lo que su significado es: “en compañía de Tepoztécatl”. Hay quienes afirman que el nombre Tepoztlán también significa "junto al cobre", o “lugar de las piedras quebradas". El jeroglífico es una hacha de metal incrustada en un cerro. El hacha (tepuztlauiztli) es un recurso fonético para escribir el nombre que, junto con el Tepozteco, es signo del lugar.
Respecto a los otros significados, se ha dicho que provienen del hecho de que en una parte de la sierra de Tepoztlán existieron minas de las que alguna vez se extrajo cobre. También se ha asociado a los cortes naturales que caracterizan a estas montañas, que forman profundas caídas verticales y conforman, junto con la vegetación, un paisaje natural de gran belleza.


El pueblo de Tepoztlán se encuentra al norte del estado de Morelos, en la República Mexicana; colinda, con los municipios de Cuernavaca, Jiutepec, Yautepec, Tlayacapan y Tlalnepantla; al norte, con el Distrito Federal. Se desconoce la fecha exacta de su fundación, pero se calcula que la pirámide del Tepozteco se construyó hacia el año 1150. Además, se sabe que entre 1441 y 1469, Moctezuma Ilhuicamina, emperador azteca, conquistó 33 pueblos, entre ellos Tepoztlán. Por esta razón, se pagaban tributos al imperio azteca. Más tarde, Hernán Cortés se adjudicó ésta y otras poblaciones.










Emiliano, reportero de la naturaleza.










Iliana y Vicky en relax después de subir...










Pajarraco de piedra que nos vigila desde la torre de una Iglesia antigua.













Iglesia antigua en el corazón del pueblo (en la cruz izquierda está el pajarraco de piedra).











Mi sobrino Juan Pablo asaltado por una pandilla de tejones.














Si caminas sin prisa, descubrirás gran variedad de fauna y flora que puede sorprenderte.

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